Tras haber sobrevolado el polo Norte en 1926, el estadounidense Richard Byrd logró, tres años más tarde, conquistar por primera vez el polo Sur en avión, durante una expedición que recopilaría datos científicos de enorme interés.
UNO DE LOS MEJORES BARCOS de la época para navegar por regiones polares; ropa de abrigo, ligera cómoda; comida para alimentar a 54 personas durante tres años; un trimotor y dos monomotores; 80 perros, huskies y malemuts, y una motonieve. Todo esto, junto con grandes cantidades de gasolina y carbón, constituía el equipo básico de R.Byrd y sus hombres para los 14 meses que debían pasar en las regiones del polo Sur. Durante tres años Byrd preparó un viaje cuyo objetivo se centraba en la exploración científica.
El grupo partió de la ciudad de Dunedin, Nueva Zelanda, la mañana del 2 de diciembre e 1928 con destino a la Antártida. Para ahorrar combustible, el City of New York fue remolcado a lo largo de 1.800 millas por el Eleanor Bolling, un barco de vapor y por el C.A.Larsen, un ballenero. Tras navegar 4.700 millas, alcanzaron la barrera de Ross donde decidieron establecer la base científica Little America.
Una de las principales ventajas de la base era que estaba rodeada de áreas desconocidas para los expedicionarios, por lo que no era necesario irse muy lejos para descubrir cosas nuevas.
La llegada de la noche antártica obligó a interrumpir por un tiempo las exploraciones aéreas y terrestres. El 18 de abril el sol se despidió para varios meses. Los expedicionarios aprovecharon esos meses de invierno para preparar proyectos: la expedición geológica, el viaje del grupo de apoyo de esta expedición y, por supuesto, el vuelo al polo Sur. El vuelo al polo exigía sobrevolar superficies desérticas y accidentadas, ascender por la pared de una montaña de 4.200 metros y continuar el viaje a través de una meseta a 3.000 metros.
El sol apareció de nuevo el 24 de agosto. El 1 de novembre alcanzó su destino el grupo de apoyo y tres días más tarde la expedición geológica iniciaba su viaje hacia la cordillera de la Reina Maud.
Para el vuelo al polo Sur el buen tiempo era vital. Así, el 28 de noviembre de 1929, tras recibir la informacion de la expedición geológica, de que las condiciones atmosféricas en la meseta eran favorables, Byrd subió a bordo de un monoplano trimotor para intentar el vuelo sobre el polo Sur. Empezaron a ascender cuando las montañas estaban aún a unos 160 kilometros. "McKinley se peleaba con su cámara, yo pilotaba, June enviaba mensajes por radio, cargaba los tanques con la gasolina de las latas y tomaba fotos. De repente, los alerones dejaron de responder, y el volante giró, suelto. Arrojamos dos fardos de comida de 65 kilogramos cada uno".
Los controles respondieron al momento y el avión comenzo a ascender. Una vez atravesado el desfiladero, llegaron a la meseta polar. Llana, blanca, ilimitada.
El viaje fue un éxito. En 14 meses la expedición había descubierto la tierra de Marie Byrd e importantes cadenas montañosas, había eliminado de los mapas una gran parte de la tierra de Carmen, que no existía, y había cartografiado áreas de la barrera de hielo del mar de Ross. Y lo más importante: había conquistado por aire el polo Sur por primera vez en la historia.
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